Conchi: El verdadero sabor de nuestra tierra..., fuego, magia, hechizo y encanto de mujer.

Conchi
Edad: 27
Altura: 1,66
Medidas: 90-62-94
Ojos: café
Nacionalidad: andaluza
Viajes: Si
Disponibilidad: con cita previa
Música preferida: flamenco
Mi relato erótico: Estaba cogiendo el caño lo más fuerte posible, ya que el ir y venir me sacudía mucho. Tenía mi otra mano ocupada entonces necesitaba toda la fuerza posible. Cualquiera que viaje habitualmente en el autobús 21 en el tramo de menendez pelayo sabe de lo que hablo, hay que ir bien cogido cuando va lleno. Y vaya si iba completo. No cabía ni un alfiler. Pero al menos había buena compañía. Un yogurín me miraba con esa inocencia típica de quien aun no sabe lo que es la vida. Me propuse espabilarlo un poco, al principio como un juego para no aburrirme, también porque el chiquillo era guapo, muy guapo. Deje caer un libro y me agaché bruscamente para apoyarle mi culo en sus genitales de la manera mas descarada posible. Y lo hice nuevamente, y otra vez. A esta altura esa joven montaña de hormonas había tenido una buena erección.Yo ya no quería molestarlo por diversión, querría follarlo desesperadamente, la jugada me salió al revés y era yo la que estaba excitadísima, y el lo notó. Se bajaron dos señoras y el sentó, y con una mirada cómplice me insinuó que me sentara a su lado, pero ya estábamos llegando mi lugar de trabajo en el ayuntamiento. Tomé la iniciativa y le hice señas para que me siga. Se apuró a bajar antes de que volviera a arrancar el 21 y se metió detrás mío en el ayuntamiento. Me siguió hasta los servicios de damas, allí me di vuelta lo miré a los ojos y le dije ¿“te atreves killo?”, me volví hacia el toilette y entré, volvió a seguirme. Nos encerramos donde uno de los retretes y ya no hubo conversación, era muy tímido, pero solo para conversar. Como si se hubiese convertido en un hombre maduro y seguro de si mismo me puso dándole la espalda, me cogió del pelo con una mano y con la otra en un solo movimiento me levantó la falda y quitó la tira de la tanga. Ya estaba dentro mío. Lo que es esa edad!!!. Yo me entregué más y más hasta quedar totalmente satisfecha. Cuando acabamos ya no me podía sostener en pie, así que me senté. Y él con una sonrisa socarrona me mira y me dice “venía a empadronarme, me dices a que oficina tengo que ir”. Nunca pensé en contar esta historia, pero si necesitas un buen empadronamiento, no dudes en contactarme.
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