Mi relato erótico: El esposo de una amiga por sus múltiples ocupaciones laborales le dijo que no podía pintar este año la casa como hacían todos los años al llegar el verano, debido a que estaba muy ocupado, por lo que le sugirió que buscara alguien que realizara esa labor y que sólo le avisara cuanto costaba para pagarlo. Para ilustrarlos mejor en la situación, les comento que mi amiga es una mujer de 30 años, con un cuerpo normal, con tetas grandes y provocativas según amigos en común, profesional y sobre todo ama de casa responsable. Su esposo la ha tenido últimamente muy abandonada en cuanto a sexo se refiere, teniendo que recurrir en mucha ocasiones a la masturbación, mientras ve videos pornográficos. Finalmente le recomedaro un chico en apariencia muy responsable. Esa noche su esposo le informó que tenia que salir de viaje muy temprano para atender un cliente en otra ciudad y que tenía que levantarse de madrugada para coger el avión. Ella se vistió de manera insinuante como a él le gusta, con lencería transparente, para que me hiciera el amor antes irse, pero no le tomó en cuenta ya que tenía que levantarse muy temprano y estaba muy cansado. Tal era sus ganas de vivir el sexo que esa noche puso un video porno y se masturbó. En la madrugada se levantó, intentó seducirlo de nuevo pero como estaba apurado no pudo y se fue de viaje. Luego sonó el despertador y se levantó para enviar los niños al colegio. Luego de un rato le apeteció nuevamente masturbarse y comenzó a hacerlo mientras veía otro video porno, comenzó por pasar sus dedos suavemente sobre su coño, al imaginarme ser la protagonista de la película, comenzaron a brotar sus finos jugos, que la lubricaban facilitando el deslizamiento de los dedos. Cuando veía como ese hombre se follaba a la chica, mientras aquella polla entraba y salía metía profundamente los dedos y lograba sentir espasmos. Cuando estaba en lo mejor de la masturbación, tocaron el timbre de casa. Era Hugo el pintor. Lo hizo pasar, indicándole lo que tenía que hacer. Llevaba puesto una vaquero azul y una camiseta blanca, donde dejaba ver dibujado su hermoso cuerpo, era un chico moreno, de aproximadamente 30 años, con una firmes piernas, brazos musculosos y un rostro agradable. Para comenzar su labor, se subió en una escalera para pintar el techo. El gran bulto se le notaba por debajo del vaquero. Mi amiga se metió en el cuarto para continuar masturbándose, cogió un consolador y comenzó a gemir descontroladamente al sentir que le venía un orgasmo. Justo en ese momento Hugo se acercó al cuarto para ver que le sucedía y abrió la puerta, la cual había quedado mal cerrada, y se encontró sus mis piernas totalmente abiertas, su coño húmeda, con cara de perra en celo y sus manos sosteniendo aquel consolador metido en su coño. Cuando lo vió en la puerta, inmediatamente reaccionó y trató de disimular, le ordenó que saliera de su cuarto, pero él no hizo caso y termino de entrar. Se quitó la camiseta y su vaquero, ella quiso incorporarse para taparse pero el no me lo permitió, al mismo tiempo le decía que se tranquilizara ya que le habían comentado lo desatendida que la tenía su esposo y que el estaba allí para complacerla. Hugo se acercó a mi amiga, suavemente la recostó en la cama, tomó una crema hidratante que tenía sobre la mesa de noche la regó sobre su cuerpo y de una manera magistral comenzó a darle un masaje tan suave, rico y sensual, que se dejó llevar. El se colocó delante, levantó las piernas de ella y colocó su polla dentro de ella. Al sentirla toda soltó un grito de pasión, era como si le rompiera las paredes de su coño, ya que solo estaba acostumbrada a la polla de su esposo que era menos gruesa. Luego la colocó en cuatro, mirando hacia el espejo con las tetas al aire colgando y moviéndose al ritmo de las embestidas de aquel extraño. Pero definitivamente era mucho mas placentera, sobre todo cuando Hugo comenzó a decirle lo puta que se veía, al describirle su cara de satisfacción cada vez que la embestia, al preguntarle si le gustaba hacerlo, ella respondio: "si si si si si si me gusta, me gusta que me folles, me gusta que me hagas sentir deseada, fóllame, fóllame, hazme disfrutar, lléname de toda tu leche". Cuando escuché este relato quedé tan húmeda como estoy ahora. Quiero vivir una experiencia así. Si tienes pincel o brocha disponible te dejo mi lienzo para que pintes lo que quieras.